La relación laboral entre los seres humanos gira en torno a la “subordinación”, la cual se puede prestar para los excesos y abusos, no sólo en cuestiones salariales sino también en la salud del trabajador; y es a esta última variable a la que dirigiré mis reflexiones.
El área de Riesgos Profesionales es la llamada a definir y ejecutar las políticas frente a la protección de la vida y salud del trabajador, sin embargo su labor es aún insuficiente porque es creciente el número de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales reportados en todo el país (y en el mundo), eso, sin sumar los hechos catastróficos que nunca reportan los trabajadores y patronos, o los que se reportan como meros “incidentes”.
Lo más grave sucede cuando los hechos catastróficos son repetitivos en el mismo puesto de trabajo, y la empresa opta por desvincular al trabajador accidentado ¡sin tomar las medidas para mejorar las condiciones de los trabajadores que reemplacen al trabajador despedido! Entonces el nuevo trabajador “hereda” el puesto de trabajo con todos los riesgos laborales que terminarán por minar su salud y poner en riesgo su vida. Y la situación empeora cuando las entidades responsables en vigilar –particulares y del gobierno- no hacen el trabajo de identificar los riesgos, mitigarlos, prevenir y proteger al trabajador.
El trabajador que se enferma por su puesto de trabajo, teme reportarlo o iniciar tratamiento, porque sabe que será despedido; por eso prefiere aguantarse la enfermedad, el dolor. Entonces la industria va dejando una estela de trabajadores enfermos, y sin atención médica. Por eso, desde los puestos de trabajo se están violando los derechos humanos de los trabajadores en la mayor impunidad.
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